
El Burro y la Flauta
Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un Burro que paseaba por allí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta.
Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.
El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio
Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera vez había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.
El conejo y el león
Un célebre psicoanalista se encontró cierto día en medio de la Selva, semiperdido.
Con la fuerza que da el instinto y el afán de investigación logró facilmente subirse a un altísimo árbol, desde el cual pudo observar a su antojo no solo la lenta puesta de sol sino además la vida y costumbre de algunos animales, que comparó una y otra vez con los humanos.
Al caer la tarde vio aparecer, por un lado, al Conejo; por otro al León.
En un principio no sucedió nada digno de mencionarse, pero poco después ambos animales sintieron sus respectivas presencias y , cuando toparon el uno con el otro, cada cual reaccionó como lo había venido haciendo desde que el hombre es hombre.
El León estremeció la selva con sus rugidos, sacudió la melena majestuosamente como era su costumbre y hendió el aire con sus garras enormes; por su parte el conejo respiró con mayor celeridad, vio un instante los ojos del León, dio media vuelta y se alejó corriendo.
De regreso a la ciudad el célebre psicoanalista publicó cum laude su famoso tratado en que demuestra que el León es el animal más infantil y cobarde de la selva, y el conejo el más valiente y maduro: el León ruge y hace gestos y amenaza al Universo movido por el miedo; el Conejo advierte esto, conoce su propia fuerza, y se retira antes de perder la paciencia y acabar con aquel ser extravagante y fuera de sí, al que comprende y que después de todo no le ha hecho nada.
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